Bailan las cortinillas de la puerta y van dejando paso al viento.
Viento que arrastra el olor del camino viejo que nos devuelve al pueblo.
Ese pueblo con olor a pura vida, que dobla las esquinas de puntillas, buscando alguien con quien hablar.
En silencio entre la nada, sobre montañas, corro con el viento y gritamos juntos dejando atrás el peso de la ciudad. Y nos sentimos completos en ese lugar tan vacío, sin en realidad haber corrido ¡¡¡ ..... !!!!
- Mi pequeña Aldea-